Campanadas a Medianoche, de Orson Welles, rodada en Soria
Julián de la Llana
Los rodajes de films de época se habían puesto de moda en Soria. Por las características de nuestra provincia, ésta se convirtió en el escenario ideal para el cine histórico en la década de 1960.
En el otoño de 1964 no era difícil encontrarse por las calles o los comercios de la ciudad a un genio del cine universal como era Orson Welles. Había venido a rodar una película con la que había soñado toda su vida y que pudo realizar gracias al cine español y al productor Emiliano Piedra: Campanadas a medianoche. Rodaje que coincidió, además, con el de otra de las grandes superproducciones del cine internacional, Doctor Zhivago.
Calatañazor y sus calles; Santa María de Huerta y su monasterio cisterciense; Barriomartín y sus parajes junto a Piqueras, y Soria y la fachada de Santo Domingo (en un plano parecido al de El valle de las espadas) sirvieron al genio de Welles para recrear la Inglaterra del siglo XV.
Pero sobre todo Calatañazor. Cargada de historia en sus caminos, en sus calles, en sus porches y edificios —esas casas encestadas que se alzan como si fuesen el mirador de ayer sobre la tierra que un día sintió estremecida el ir y venir de los hijos de Agar; Calatañazor sirve de primer plano a las cámaras cinematográficas que captaron escenas de realismo al enfocar las panorámicas del Milanos; las siluetas de las sabinas, que afirman sus raices al amparo de breve tierra; en las resquebrajaduras de la piedra, que abundantemente ofrece el subsuelo de nuestra provincia.
Enamorado de la obra de William Shakespeare de la que había hecho algunas adaptaciones (Macbeth, Otelo), quiso Orson Welles, tomando el personaje de Falstaff, realizar un gran film que fuera el compendio de todas las piezas en las que aparece ese bufón. Campanadas a medianoche es, de esta forma, una combinación de Enrique IV, Enrique V, Falstaff y Las alegres comadres de Windsor.
Por primera vez con medios suficientes, Welles entra en Shakespeare por completo. Hombre de contradicciones, gusta del pintoresco personaje de Falstaff, cobarde, fanfarrón, bebedor, gran vividor, y en quien lo cómico llega a lo dramático. Película prodigiosa, donde el genio de Welles se muestra en todo su esplendor y madurez, libre de las restricciones de una obra única y, por tanto, con plena amplitud de creación. Los años han pasado y nadie ya puede atreverse, sobre todo frente a Welles, a discutir eruditas fidelidades. Es una de las facetas capitales de Shakespeare, lo tragicómico en su grandeza, su alegría y en su profunda tristeza, lo que está aquí absolutamente logrado. Orson Welles es, seguramente, el gran realizador de Shakespeare en la pantalla, porque está muy cerca del genio inglés.
A principios del siglo XV, el rey Enrique IV de Inglaterra tiene que enfrentarse a sus nobles levantiscos. Uno de los films más sobrecogedores visualmente de su autor y una amarga reflexión sobre la decadencia, comparable a los más reputados logros de Welles.

Refectorio gótico del monasterio de Santa María de Huerta en una escena de Campanadas a Medianoche (Orson Welles)
Hay que destacar las excelencias de la interpretación , encabezada por un Welles exuberante y espléndido y con breves intervenciones para Margareth Rutherford, Marina Vlady, Norman Rodway, Walter Chiari, Keith Baxter, John Gielgud, que encarna al anciano rey y carga con el peso de todas las escenas en las que interviene; Jeanne Moreau y algunos actores españoles, como Fernando Rey, José Nieto, Julio Peña, Antonio Casas, Fernando Hilbeck, Andrés Mejuto, Luis Morris y Goyo Lebrero. Hay espléndidos aciertos de cine: el atraco burlesco, con los falsos frailes, en medio del pinar (soriano); algunas escenas báquicas, y la batalla. La película colmó las esperanzas de todos aquellos que seguían creyendo en Orson Welles.
Nota: más datos en el artículo Campanadas a medianoche, localizaciones en Soria.
Gracias por colgar el artículo, es muy interesante y ameno. Calatañazor lo conozco, pero aún no he visto «Campanadas a medianoche» y este martes espero poder ir a verla a la Filmoteca de Madrid en pantalla grande (las obras maestras prefiero esperar a verlas en pantalla grande a ser posible), la ponen dentro de un ciclo de homenaje a Jeanne Moreau.
Una pequeña sugerencia: no sé si se habrá colado al pasar el artículo a Internet, exuberante aparece escrito como «exhuberante», ante la duda he acudido a comprobarlo al diccionario en línea de la RAE… Los que trabajamos en campos cercanos a la filología somos muy pesados, lo sé… 😉
Saludos desde Madrid…